La educación basada en los conocimientos conceptuales pasa a un segundo plano, apostando por una educación basada en las competencias y las experiencias. Partiendo de la creencia de que se aprende más de forma activa que pasiva, se potencia más el aprendizaje que la enseñanza.
Para poder implementar esta pedagogía, hemos adaptado los espacios del centro, y generar así un entorno que propicia el desarrollo natural de la criatura. El alumno podrá encontrarse con amplios espacios donde puede dar rienda suelta a su imaginación, y desarrollar la autonomía. Además al ser espacios compartidos, los niños y niñas de diferentes edades podrán interactuar entre sí, para desarrollar los instintos innatos del ser humano: el instinto protector, el observador, el apego…
La confianza y la autoestima básicos, se desarrollan en la criatura en base a la relación existente entre el cuidador y la criatura, y de estos con el espacio. Siendo conscientes de ello, es imprescindible que el tránsito entre el hogar y la Ikastola sea positivo, para que la criatura pueda desarrollar el instinto de apego, tan necesario. Desde la perspectiva de la Pedagogía de la Confianza, lo básico y fundamental es propiciar las condiciones para que la criatura pueda desarrollar los instintos naturalmente innatos, de una forma sensible y apropiada.
Para que dicho tránsito sea realizado correctamente, especialmente entre los más pequeños, para que la criatura desarrolle apego tanto para el cuidador como para los nuevos espacios, atendemos de forma especial a los tiempos y a los espacios. Hasta que la criatura pueda estar tranquila y sentirse segura, los padres o tutores tienen la posibilidad de quedarse en el aula con ellos. Para que la separación o ausencia de la figura referente para el niño no suponga un problema, solemos recomendar a los padres o tutores, que se queden hasta que la criatura por iniciativa propia empiece a jugar e integrarse en el grupo. Es muy importante realizar el trasvase de forma óptima, ya que si no se genera un sentimiento de “bien estar” en la criatura, las relaciones de apego que después puedan generarse,
tampoco serán sólidas.
A medida que las criaturas se van desarrollando, van aprendiendo a creer en sus posibilidades, comprender y gestionar sus emociones, y aprendiendo a dar respuesta a las diferentes situaciones, acompañados y guiados, pero de forma autónoma.