A comienzos de este curso, Pastoral Penitenciaria–Bidesari se ofreció ante los directores y responsables pastorales de Centros Diocesanos para hacer visible en las aulas “una realidad de pobreza humana”.
“Yo siempre he creído que en la Iglesia debemos estar con los que nadie quiere estar, y los presos son un ejemplo de ello”, remarca Jorge Muriel, responsable diocesano de Pastoral Penitenciaria. Y con esta premisa, en lo que va de curso, han dado testimonio y han contactado con profesores de Begoñazpi Ikastola (Bilbao) y de Sagrado Corazón Ikastetxea (Bermeo), y con alumnos de Centro de Formación Somorrostro y San Fidel Ikastola (Gernika). En febrero estarán en San Viator Ikastetxea (Sopuerta).
Muriel explica que la experiencia está resultando muy rica “desde un visión de prevención y sensibilización, sinceramente considero que los centros educativos tienen una labor imprescindible para evitar que un joven acabe en la cárcel. Es bueno conocer una realidad desconocida, un mundo donde la Diócesis está invirtiendo mucho esfuerzo por ayudar a cientos de personas desprotegidas y machacadas. Presos pero también personas”. El responsable de Pastoral Penitenciaria dice que allí donde el Dios de la esperanza ofrece un “pacto de alianza” al ser humano, la Iglesia debe dar testimonio. “Y, por qué no, también entre los profesores y alumnos de los Centros diocesanos de enseñanza”.
Pastoral Penitenciaria agradece a todos los directores y responsables pastorales de los centros diocesanos “por dejarnos ser voz de los descartados de este mundo, por hacernos hueco en su proyecto educativo para sensibilizar y contagiar que otro mundo es posible. Un mundo donde no construyamos espacios de castigo, sufrimiento y exclusión. Todo lo contrario, creemos un mundo de reconciliación donde el Dios del amor sea nuestro Rey”.