Marian Moreno, profesora y escritora experta en formación de profesorado en coeducación.
Si algo está demostrando esta terrible crisis sanitaria en el mundo de la educación, es que la enseñanza es contacto, es mirada, es gesto, es emoción y es compañía. Siempre nos hemos preguntado si las tecnologías podían sustituir al profesorado, jugábamos a imaginar un mundo futuro en el que la pantalla era el medio de transmisión de los aprendizajes, nos veíamos como profesorado on line trabajando desde casa y con nuestro alumnado alejado en el espacio y nos entraban dudas sobre nuestro papel docente futuro. Pues ahora ya lo sabemos, no hay nada que sustituya la presencia del personal docente en este proceso de enseñanza-aprendizaje, no hay nada como el cuidado de un centro educativo hacia su alumnado, no se puede sustituir lo humano, es cierto que es la tribu la que educa.
Estos días se habla mucho, y con razón, del personal sanitario, están protagonizando un momento histórico que ha dado un bofetón a quienes solo veían dinero en la sanidad y la vendieron al mejor postor y a los recortes. Pero se habla poco de la preocupación del profesorado por su alumnado, del estrés de reinventar la enseñanza en 24 horas, de las horas en el ordenador para atender a cada alumno, a cada alumna, a la hora que sea, de las correcciones a distancia, de la creatividad para seguir ejerciendo como docente en un contexto absolutamente desconocido como es el de esta crisis.
Escucho y leo a profesorado estos días y os puedo asegurar que su preocupación no es ni el temario, ni los exámenes, ni las notas; su preocupación es ese alumnado que no tiene ordenador en casa, que no tiene conexión a internet, o su alumnado de educación especial, o el de infantil, o el alumno que vive una situación de violencia en su propia casa, o la alumna que no tiene qué comer porque el comedor del colegio era su salvación. El profesorado está preocupado porque sabe que su alumnado es diverso, que no todo el grupo cuenta con las mismas posibilidades de aprendizaje on line y porque se siente responsable de todos sus grupos, no solo de quienes tienen posibilidades materiales de aprender. El profesorado es totalmente consciente de que tenemos alumnado que no es de clase media, de que tenemos alumnado con carencias, con necesidades, con angustias, con vivencias que nadie querría para sí misma. Y es que el profesorado está a pie de calle, no habla del “alumno medio”, habla de personas a las que conoce y a las que quiere cuidar.
Y aquí, en el cuidado, en la atención individual, en la preocupación, en el interés por lo mejor para su alumnado, es donde el ordenador falla, es donde el ordenador nunca podrá sustituir el “buenos días” de una profe, de un profe. El profesorado es imprescindible, lo inaceptable es que no se le cuide mucho más.