El aprendizaje cooperativo se ha instalado en las aulas. Se ha convertido, de hecho, en una herramienta imprescindible para acometer la nueva educación, un modelo educativo basado en proyecto y que incide en la comprensión de las materias, más allá de aprender las cosas de memoria. Así lo aplican los diferentes Centros Diocesanos, una red educativa con 16 centros en Bizkaia y 10.000 alumnos que cuenta con la innovación educativa para hacer de sus estudiantes jóvenes competentes y preparados para afrontar su futuro laboral.
Así, el aprendizaje cooperativo incrementa, sin duda, la mejora académica y el rendimiento escolar del alumno. Estos son algunas de sus beneficios.
– Motivación y autoestima. El alumno desarrolla una actitud positiva hacia su aprendizaje.
– Interrelación. Los alumnos mejoran sus relaciones. También se promueve el respeto y la tolerancia.
– Resolución de conflictos. Afrontan los proyectos, los problemas, de manera grupal con lo que las aportaciones de cada uno suman hasta llegar a una solución común.
– Diálogo. Los alumnos mejoran sus habilidades para el debate. Aprender a opinar y escuchar.
– Responsabilidades. Los alumnos comparten la responsabilidad de un proyecto.
– Compromiso. SE comprometen con ellos mismos y sus compañeros.
– Organización. Dividen las tareas y los roles para lograr resultados óptimos.
Los valores que promueve el aprendizaje cooperativo también son reseñables. Los alumnos se alejan de estereotipos y se ayudan a superar las dificultades. El compañerismo adquiere todo su sentido.