CARAVANA SOLIDARIA EN MARRUECOS

Julen, Mikel, Jon y Gorka, cuatro alumnos del centro de titularidad diocesana San Viator de Sopuerta, participarán en una aventura que preparan desde hace meses: 6.000 kilómetros a través del desierto marroquí al volante de un clásico Renault cuatro latas que ellos mismos han restaurado en las clases del grado superior de automoción.

1.300 coches se han inscrito en esta caravana, todos ellos del mismo modelo y pilotados por unos 3.000 estudiantes de todo el mundo. Su objetivo consiste en alcanzar la meta de Marrakech con el menor gasto de combustible. Además, durante el recorrido entregarán los veinte kilos de material deportivo y educativo que llevarán consigo para repartir entre las personas necesitadas de los lugares por lo que discurre la ruta -está previsto que el conjunto de la caravana done unas 50 toneladas-.
A la vuelta de vacaciones de verano toda la clase se volcó en materializar el proyecto. Empezaron por buscar los dos coches que necesitaban: el automóvil principal y otro para transportar la ayuda. Un alumno cedió su coche e intercambiaron con la madre de otro estudiante su viejo cuatro latas por otro que tenían en el taller del centro.

Crearon la cooperativa 4L Racing Elkartea para centralizar todas las iniciativas relacionadas con la travesía por Marruecos para la que necesitarán unos 12.000 euros de los que ya han reunido más de 8.000.
Aunque toda la clase ha colaborado en el proyecto, solo cuatro alumnos podrán hacer el viaje que partirá el próximo 10 de febrero. Docentes y alumnos seleccionaron al equipo antes de las vacaciones de Navidad, aplicando sus propios criterios de evaluación. Resultaron seleccionados Julen Quintero y Mikel Llamosas, naturales de Karrantza, Jon Fernández, de Barakaldo, y Gorka Requeno, de Derio.
Los estudiantes de San Viator que van a participar en el viaje destacan que, en este acontecimiento deportivo extraordinario, tienen como objetivos de acción: trabajar la dimensión solidaria, la de trabajo cooperativo y la profesional.

Gracias a este proyecto educativo, los alumnos han podido combinar procesos de aprendizaje y de servicio a la comunidad «aprendiendo, a la vez que trabajan en necesidades reales del entorno, con la finalidad de mejorarlo», destacan sus responsables. Otro de los retos y fundamentos de este proyecto solidario ha sido el del aprendizaje cooperativo, un proceso en equipo en el cual los participantes se apoyan y confían en los fundamentos de este proyecto solidario. Por último, la dimensión profesional, para conseguir poner en práctica las habilidades profesionales adquiridas durante el proceso de aprendizaje.

Comparte