D. Diego Berguices, fundador del Centro Formativo Otxarkoaga, ya está en el callejero de Bilbao

El alcalde de Bilbao ha inaugurado la plazuela D. Diego Berguices, dedicada al que fuera párroco de Otxarkoaga durante 30 años. El obispo, quien ha participado también en el acto, ha destacado la figura de un cura dinamizador en un tiempo «en el que la Iglesia impulsaba muchas actividades sociales respondiendo a las necesidades que había entonces y que, hoy en día, se acompañan junto a otras instituciones». El presbítero José Luis Achótegui, quien consideraba a D. Diego su «maestro», ha puesto en valor la capacidad que tenía para «abrir puertas».

La inclusión del nombre de D. Diego Berguices en el callejero bilbaíno responde a una petición vecinal para «recordar, homenajear y agradecer» tal y como ha señalado el alcalde de Bilbao en la inauguración.

Juan María Aburto, ha destacado que «es importante que Bilbao recuerde a figuras como la suya, ejemplo de compromiso social y solidaridad». En este sentido ha añadido que «Berguices fue precursor de iniciativas comunitarias y educativas pioneras en el barrio».

Declaraciones del obispo

El prelado bilbaíno ha puesto en valor la figura de un «cura especial y con gran carisma«, que trabajó por el barrio junto a otras personas y cuyo legado sigue ofreciendo un servicio «para todo Bilbao».

Mons. Segura, quien estuvo durante dos años como párroco en Otxarkoaga, pudo comprobar que era una persona muy querida en el barrio por «su espontaneidad y cercanía. Ayudó a muchas familias a través de la escuela y de otros ámbitos, escuchando y acompañando con gran generosidad».

El obispo, respondiendo a las preguntas de los medios de comunicación, ha puesto de manifiesto la diferencia del papel actual de la Iglesia y la de aquellos años «en los que las instituciones civiles y públicas no tenían capacidad o una historia para ayudar a la gente que vivía situaciones muy duras«. En ese momento, la Iglesia «salió con lo que tenía para poder acompañar. Ahora las cosas han cambiado mucho y tiene que resituarse respetando la iniciativa de la obra social pública, que son las que tienen la primera responsabilidad«. Ha seguido diciendo que «en aquél tiempo la Iglesia tenía que salir y salió con fuerza y un gran corazón«.

Siempre abriendo puertas

El sobrino de D. Diego, José Ramón Berguices, ha señalado que, para la familia, son momentos «complicados» porque su tío no era partidario de homenajes públicos. «Estamos intentando equilibrar su deseo y el reconocimiento que quieren hacerle las personas del barrio«. Y con esa idea hoy se ha rendido un sencillo, pero a la vez, emotivo acto al autor de la emblemática frase: «A cada rodilla, su pantalón».

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